Fases del autoconocimiento
El desarrollo del autoconocimiento conlleva una serie de etapas que son únicas para lograr una óptima inteligencia emocional. Estas fases pueden variar, pero en lo común se identifican las siguientes 5 fases:

Autopercepción
En esta etapa la persona reconoce que es un ser individual, que se desarrolla en un contexto determinado y en relación con otras personas. Esta etapa se hace presente desde nuestra niñez y se va desarrollando y ampliando de forma ininterrumpida a través de nuestro crecimiento, La autopercepción incluye no sólo la toma de conciencia de uno mismo, sino de las propias emociones y de la forma de actuar.
En los niños pequeños esta fase discurre paralela a la adquisición del lenguaje. Las rabietas, por ejemplo, son una muestra de inmadurez emocional que sufren, en mayor o menor medida, todos los niños. Pero desaparecen cuando los niños consiguen identificar el sentimiento y, sobre todo, cuando son capaces de explicarlo con palabras. Por ejemplo, si un niño dice "estoy enfadado porque Juan me ha quitado mi juguete" no tendrá la necesidad de pelearse con Juan y este será el primer paso para regular sus emociones. O si un niño se da cuenta de que tiene hambre y puede explicárselo a un adulto no necesitará llorar y gritar como hacía cuando era un bebé.
Como decía Ludwig Wittgenstein, los límites del mundo son los límites de mi lenguaje. La percepción del mundo la expresamos mayoritariamente a través de las palabras, que son también las herramientas principales para comunicarnos con los otros individuos y poder vivir socialmente. Sin embargo, saber hablar y escribir no es el único requisito para poder conocernos a nosotros mismos. Existen muchos adultos que son incapaces de dominar las propias emociones y, por muchas palabras que utilicen, actúan a nivel emocional con "rabietas" o actitudes más propias de los recién nacidos: se dejan arrastrar por sus sentimientos y emociones y son incapaces de gobernarlas. La autopercepción, por tanto, no es una fase exclusiva de la edad infantil, sino que la incorporamos en esa época temprana de nuestra vida y nos debe acompañar a lo largo de todos nuestros días.
Autoobservación
Luego de iniciar la etapa de auto percepción y en conjunto con esta, las personas inician un proceso de observación interna, en el que se pone atención a las emociones, actitudes y reacciones, sin duda esta fase se mantiene con nosotros durante toda nuestra vida, para que esta sea desarrollada y afinada debemos reflexionar de forma profunda y honesta de aquello que observamos en nosotros mismos, de modo que esta vaya madurando y entregando mejores resultados.
En esta etapa es trascendental para su desarrollo el tomar conciencia de nuestro mapa, la imagen que tenemos sobre nosotros (autopercepción) del mapa, la imagen que otros tienen sobre nosotros (percepción externa), si no tomamos conciencia de estas imágenes siempre tendremos una imagen distorsionada de nosotros mismos.
Memoria autobiográfica
Una reflexión que no podemos dejar pasar durante nuestras vidas es recordar aquello que hemos sido. Recordar los momentos donde nuestras emociones fueron decisivas, puntos de inflexión que definen el cómo somos.
Esta etapa llama a la introspección, a buscar respuestas en medio de nuestros recuerdos para entender qué nos gusta o no, que nos ha dañado, etapas que nos han llevado a evolucionar y que nos han llenado de felicidad.
La forma ideal de cultivar la memoria autobiográfica es llevar un diario. Dejar por escrito los sucesos, tanto triviales como trascendentes, de nuestra vida implica un ejercicio de autoanálisis, lo que ayuda a mejorar la conciencia emocional. Hay que pensar que un diario es un artefacto que condensa una de las principales materias de las que está formada la vida: el tiempo.
El diario, mientras se escribe, permite recoger el presente de una persona. Además, el hecho de pararse a escribir un diario implica detenerse (y mucho más en los agitados días que vivimos en las sociedades del siglo XXI), alterar la velocidad de los acontecimientos para reflexionar sobre ellos o, por lo menos, para dejar constancia.
Pero el diario no se queda anclado en el presente, sino que permanece y por ello "viaja" al futuro. Es decir, las palabras que sean escritas hoy podrán ser leídas dentro de diez años. Y cuando la persona alcance ese futuro, esas palabras escritas representarán su pasado. El tiempo se mueve en ambas direcciones, adelante y atrás, de modo que el diario permite dar continuidad a la vida de una persona.
Además, la lectura retrospectiva del diario permite a la persona verse con otros ojos, analizar cómo era tiempo atrás y cómo ha cambiado, ver cuáles eran sus preocupaciones de antaño y compararlas con las actuales y, en definitiva, descubrir las diferentes huellas emocionales que han marcado su vida. Como dijo el escritor francés Alain Girard, "lo cierto es que el diario íntimo obliga al individuo a interrogarse sobre su posición actual en el mundo."
Una de las complicaciones más habituales a la hora de escribir un diario es saber qué contar, qué aspectos son suficientemente relevantes para dejar por escrito. En realidad, todo es susceptible de ser escrito y la selección de qué se cuenta o qué no se cuenta corresponde al autor del diario. Y tiene que ser así porque seleccionar aquello que nos mueve y nos define es también una forma de desarrollar la autonomía emocional.
Autoestima
La autoestima es uno de los procesos claves del autoconocimiento, ya que es la capacidad de la persona para quererse a sí misma, de valorar sus capacidades y potencialidades, asumiendo que tiene defectos que debe mejorar. Es trascendental que la autoestima sea reforzada por actos o pensamientos que dignifiquen a la persona, dejando de lado aquellos que denigre o atenten contra uno mismo.
Al contrario de lo que muchas personas piensen, la autoestima no es quererse a sí mismo sin límites. Un exceso de autoestima puede conducir al individuo a no hacer una valoración adecuada de sí mismo y, por consiguiente, de quienes le rodean, de sus relaciones y de la realidad. Aceptar nuestras posibilidades y aptitudes, pero también nuestras debilidades y aspectos a mejorar no implica una baja autoestima, sino una forma inteligente de actuar y pensar.
Autoaceptación
La última etapa del proceso consiste en aceptarse a sí mismo, pero al mismo tiempo es el primer paso para poder tomar las decisiones adecuadas, transformar actitudes y fomentar las habilidades adecuadas para lograr un estado emocional acorde.
Según Albert Ellis, uno de los psicólogos más influyentes de la terapia cognitiva y creador de la terapia racional emotiva conductual (TREC), la "autoaceptación hace referencia a que la persona se acepta a sí misma de forma plena y sin condiciones, tanto si se comporta como si no se comporta de forma inteligente, correcta o incorrectamente, y tanto si los demás le conceden o no su aprobación, el respeto y su amor."
La autoaceptación es una herramienta muy importante para poder desarrollar una autonomía emocional saludable. Aunque Ellis introduce el matiz de que no es necesario comportarse de manera inteligente para lograr la autoaceptación, alcanzar una adecuada inteligencia emocional es imposible si el individuo no se acepta a sí mismo. La autoaceptación, por tanto, no depende de la inteligencia, pero la inteligencia sí depende de la autoaceptación.